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Crisis y reafirmación del bipartidismo: de la regeneración al uribismo

 

Colombia, como Estados Unidos, ha sido un país bipartidista por más de 150 años. Liberales y conservadores ganaron todas las elecciones desde 1853, y la única vez que un grupo diferente obtuvo más del 10 por ciento fue en las elecciones de Constituyente de 1991, cuando el M-19 sacó el 23 por ciento de los votos.
Sin embargo, en dos ocasiones (1886 y 1910) disidencias de los partidos tradicionales que quisieron crear nuevos partidos obtuvieron la mayoría y gobernaron por algunos años, y en un caso (1970) estuvieron a punto de ganar.

Regeneración y Partido Nacional

En 1885, bajo la dirección de Rafael Núñez, los liberales “independientes”, en un país que deseaba más orden y más autoridad, se unieron a los conservadores, derrotaron en una guerra civil al liberalismo oficial (el radicalismo) y cambiaron la constitución federalista para convertir a Colombia en un país centralista, católico, presidencialista y autoritario.
La exclusión liberal fue casi total: de 1886 a 1904, solo tres liberales lograron ser elegidos al Congreso. La coalición regeneradora que había sido iniciada por un dirigente liberal como Núñez, acabó controlada por los conservadores, a los que se fueron asimilando poco a poco los independientes. Durante algunos años se intentó crear un nueva grupo con el nombre de Partido Nacional, pero la guerra de 1899 reafirmó la división tradicional: los partidarios del gobierno conservaron el nombre de conservadores, mientras el liberalismo recuperaba su identidad en la guerra y la oposición.

Los republicanos

En 1909, una mayoría de liberales y conservadores, descontentos con algunas actuaciones del presidente Rafael Reyes, en especial sus arbitrariedades ?dictatoriales? y su intento de forzar la aprobación de un tratado con los Estados Unidos, se unieron y formaron la Unión Republicana. Reyes renunció y los republicanos ganaron la mayoría en la Asamblea Constituyente de 1910, que modificó la Constitución para reducir el poder del Presidente, descentralizar la administración y dar más garantías a la oposición. La Asamblea eligió como presidente de Colombia a Carlos E. Restrepo, un conservador conocido por su espíritu de transacción. Aunque muchos jefes políticos trataron de convertir la Unión Republicana en un partido permanente, que sirviera para reducir el conflicto entre los dos partidos históricos, estos se reorganizaron pronto: el Partido Liberal, encabezado por Rafael Uribe Uribe, y el Conservador, dirigido por Marco Fidel Suárez y José Vicente Concha. El espíritu dominante era el de don Fidel Cano, quien afirmó ?con el enemigo se puede andar juntos, pero no revueltos?. Para 1913 ya los republicanos eran pocos: casi todos sus miembros habían vuelto al partido del que habían salido y en 1914 su candidato, Nicolás Esguerra, obtuvo una votación ínfima frente al triunfador, José Vicente Concha. La señal de la muerte de un partido que casi ni existió la dio en 1921 Eduardo Santos al confirmar el regreso de EL TIEMPO, fundado para defender el republicanismo, al Partido Liberal.

Al borde del triunfo: el anapismo

En 1970, al final del gobierno de Carlos Lleras Restrepo, el clima social y político del país era de fuerte descontento contra el Frente Nacional, la unión de liberales y conservadores que había derribado al general Gustavo Rojas Pinilla en 1957. La Alianza Nacional Popular, dirigida por el General, había obtenido algunos resultados notables en las elecciones de 1966 y 1968, pero en 1970 la amalgama de descontentos que la formaba estuvo a punto de llegar al poder. En las elecciones presidenciales el candidato oficial Misael Pastrana, respaldado por los dos partidos tradicionales, apenas logró derrotar a Rojas Pinilla por 60.000 votos, que muchos atribuyeron al fraude.
En el Congreso, los votos se dividieron, casi por terceras partes, entre liberales, anapistas y, un poco por debajo, conservadores. Los senadores rojistas elegidos en 1970 se presentaron como disidentes liberales y conservadores, pues la Constitución solo permitía la elección de miembros de estos partidos. Sin embargo, los dirigentes de la Anapo creían que tenían la fuerza para formar un nuevo partido, que se proclamó solemnemente en Villa de Leyva, en 1971. La ilusión de que el bipartidismo estaba en crisis profunda no resistió las elecciones siguientes: en 1972 la Anapo sacó el 18 por ciento de los votos y en 1974 su candidata presidencial, María Eugenia Rojas, no llegó al 10 por ciento.

El uribismo

Las elecciones del 12 de marzo del 2006 parecen revivir algunos elementos de los casos anteriores. Un presidente de tradición liberal, elegido en el 2002 contra el candidato oficial de su partido, recibe el apoyo de varios grupos disidentes del liberalismo y de todo el conservatismo. Las elecciones le dan un triunfo contundente: los grupos liberales uribistas reciben más del 50 por ciento de los votos, los conservadores cerca del 20 por ciento, y la coalición que respalda al Presidente logra más de 70 de 100 senadores. El liberalismo oficialista logra apenas el 16 por ciento de los votos, el resultado más bajo desde 1930.
Como en los casos anteriores, la duración de esta alianza podría ser breve, y sus socios volver a sus toldas cuando termine el gobierno de Álvaro Uribe.
Pero existen algunos factores que pueden hacer durar la coalición uribista, e incluso convertirla en una especie de Partido Nacional, un partido del orden y la seguridad, conformado por el conservatismo y las disidencias liberales, enfrentado a la oposición formada por un liberalismo minoritario y la izquierda democrática, representada ante todo por el Polo Democrático Alternativo.
Si la confrontación armada se mantiene y la urgencia de seguridad sigue dominando la agenda política, la mayoría de los colombianos puede seguir pidiendo orden y seguridad por encima de todo, e incluso mirar con tolerancia que el poder local y regional quede en manos de los ex paramilitares reinsertados y sus amigos.
Sería un partido que combinaría un buen grado de autoritarismo, con dosis amplias del liberalismo económico y de estado benefactor, que hagan posible el respaldo empresarial y de gran parte de los sectores populares.
Esto es algo como la difícil unión del agua y del aceite, de la derecha autoritaria y cierto liberalismo de izquierda, pero que el Presidente Álvaro Uribe ha mostrado que puede hacer creíble.

Jorge Orlando Melo
Publicado en El Tiempo, 19 de marzo de 2006

 

 

 

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Ultima actualización noviembre 2020
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