Creo que para cualquier empresa editorial sería motivo de orgullo publicar un libro como el que hoy estamos presentando. Gobierno y Geografía: Agustín Codazzi y la Comisión Corográfica de la Nueva Granada es en muchos sentidos un trabajo ejemplar y su lectura confirma qué tan buenas razones tuvimos para publicarlo y por lo tanto qué tan buenas son las razones para que el libro sea leído y disfrutado por todos los interesados en la historia colombiana del siglo XX, en el desarrollo de la geografía nacional, en la formación de la visión de la nación y de su imagen cartográfica.  

Es un libro que se apoya en una revisión excepcionalmente completa de la bibliografía y de las fuentes. Efraín Sánchez ha revisado todo lo que ha sobrevivido de las publicaciones de Codazzi, todas las biografías que se han escrito sobre él, todos los estudios sobre el desarrollo de la geografía colombiana. Pero además ha mirado en forma muy amplia el contexto del trabajo de Codazzi. Por una parte, ha seguido con atención la preocupación estatal por el conocimiento del territorio colombiano y su descripción. Por otra, ha realizado un cuidadoso análisis del desarrollo de la geografía como forma de conocimiento en occidente y del papel y significación de Codazzi dentro de ese proceso. De este modo, el libro ofrece una elaborada trabazón de la historia personal de Codazzi con el contexto político nacional y con el marco científico internacional y supera la visión simplemente biográfica y nos ofrece la historia de un complejo proceso de conformación del conocimiento. Por ello se extiende, con plena razón, hacia las épocas anterior y posterior a la vida y obra del geográfico italiano: en este libro encontramos una detallada historia de los esbozos de constitución de una geografía nacional y un estudio del impacto de la obra de Codazzi en las décadas que siguieron a su muerte. De este modo, este inmenso libro se convierte en una referencia obligada, en una lectura forzosa para todo el que quiera conocer el pasado colombiano.  

Por otra parte vale la pena destacar las cualidades narrativas y de estilo de este trabajo. Sin afanes retóricos, su prosa es atractiva y seductora: el lector se deja arrastrar por un autor que logra comunicar el interés por su tema. En otras manos, este libro habría resultado fácilmente un difícil e ilegible ladrillo. Ahora es un encantador y muy legible ladrillo.   

Más como editor que como historiador o lector, debo comentar sobre algunas peculiaridades de esta edición. El autor había elaborado unos anexos bastante amplios, en los que incluía el inventario de todas las publicaciones de la Comisión, una bibliografía integral sobre Codazzi y los demás miembros de la empresa y un extenso repertorio de trabajos sobre la historia de la geografía. Era algo casi tan largo como el libro mismo. Para mantener el libro manejable, optamos por una solución que esperamos haya sido adecuada: todos estos anexos, con excepción de una breve bibliografía de referencia, han sido omitidos del libro en papel y han sido editados en Internet, en la página de la biblioteca Luis Ángel Arango. Es pues un libro que se despliega en dos formatos distintos. Para el lector, que puede seguir apasionadamente las vicisitudes de la historia de Codazzi y la comisión, el libro en papel debe llenar la mayoría de sus necesidades, y no parecía razonable imponerle unas voluminosas listas de materiales de referencia. Pero estos materiales tienen tal valor, que era indispensable que los estudiosos e investigadores tuvieran acceso a ellos. Por eso, en vez de recortarlos, están en la red, para consulta de los especialistas. (http://www.lablaa.org/blaavirtual/geografia/codazzi/index.htm) 

Dejaré, por supuesto, a Malcolm Deas, que lo debe haber leído varias veces, el análisis detallado de las fortalezas múltiples y quizás de algunas debilidades que pueda tener el libro: de las primeras soy muy consciente y  he tratado de ofrecer un breve resumen. Las segundas no he podido encontrarlas aún.   

Jorge Orlando Melo
Texto leído en la presentación del libro de Efraín Sánchez en la Biblioteca Luis Ángel Arango, en 1998.