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Medellín: lo suelto y lo resuelto. Encrucijadas y caminos hacia adelante
 

Por tercera vez vemos hoy reunida a una compleja y rica representación de las diversas fuerzas de Medellín y los demás municipios del área metropolitana, para discutir nuestros problemas y diseñar estrategias y mecanismos que contribuyan a resolverlos. Medellín ha enfrentado problemas de una magnitud que probablemente no tiene paralelo en ningún lugar de América, y aunque esos problemas siguen en parte vigentes, creo que es mucho lo que se ha avanzado en los últimos tiempos, y sobre todo, creo que la ciudad ha ido encontrando la forma de discutirlos y resolverlos, y ha ido diseñando una forma de debate y participación que va en la dirección correcta.  

En efecto, de la profundidad de la crisis que hemos vivido ha surgido gradualmente una voluntad colectiva de concertación ciudadana, de profundización y ampliación de la democracia, de promoción de mecanismos de participación popular, de énfasis en la generación de una cultura civilista y tolerante, que contrasta con otras épocas de nuestra historia. Lo que esta al orden del día no es la imposición de las soluciones y del orden mediante mecanismos represivos, ni el diseño puramente tecnocrático de estrategias y programas. Lo que está aprendiendo Medellín, gradualmente pero sin pausas, es la importancia de que los diversos aspectos de la vida urbana se discutan entre todos y que las soluciones se apoyen en el más amplio consenso. Y ese consenso exige ante todo romper los factores que han provocado la escisión radical de la ciudad entre quienes participan y se benefician del progreso y quienes están excluidos de todo papel en los procesos de decisión y están condenados a recibir unos cuantos favores de la buena voluntad de los sectores dirigentes. Los modelos excluyentes han hecho crisis en todo el país, pero quizás en ninguna otra parte se ha empezado a configurar un proyecto global de ruptura de las barreras, de generalización de la participación, de reconocimiento de la voz de todos, como en Medellín.  

El papel de estos seminarios en este proceso es central. Su importancia no está en que de aquí surjan decisiones de aplicación inmediata, respuestas de corto plazo a problemas concretos. Un evento como este es ante todo un lugar de encuentro de perspectivas divergentes y convergentes, un sitio de diálogo entre quienes son con frecuencia extraños, un espacio de identificación de un proyecto global para la ciudad, de construcción de una imagen del Medellín futuro que queremos. No puede suplantar los mecanismos que la sociedad ha construido para tomar las deci­siones públicas y las del sector privado. Es un punto de confluencia de la sociedad civil y los organismos estatales, elegidos por esa misma sociedad civil, para escuchar propuestas de estrategias que se funden en el acuerdo y la concertación, pero no es el ámbito propio de las decisiones. Subrayo estos puntos, a pesar de su aparente obviedad, para que trabajemos con todo entusiasmo pero sin falsas expectativas, y para que advirtamos como la riqueza de este encuentro está ante todo en su capacidad para promover el diálogo y el debate en una ciudad y en un país en el que la tradición de exclusión y de violencia ha hecho muy débiles los procesos de concertación y participación. Y para que podamos tener conciencia de que este evento es un eslabón más dentro de una cadena de acciones que todos los meses, todas las semanas, tienen lugar y tendrán lugar en Medellín, para seguir avanzando con el trabajo y el esfuerzo de todos. 

Vale la pena recordar brevemente lo ocurrido en los dos seminarios anteriores e intentar una evaluación somera de su impacto. En ellos se formuló ante todo la intención de formular un gran pacto social para Antioquia, como acto unificador y articulador de los propósitos colectivos de nuestra región, que comprometiera la voluntad de todos los estamentos y organismos de la comunidad. Creo que el desarrollo de nuestra sociedad en estos dos años ha permitido avanzar en este propósito, pero al mismo tiempo ha hecho ver que, más que poner el énfasis en un acuerdo global único, hay que subrayar es el proceso de concertación continua y de voluntad de confluencia que permite enfrentar con propósitos coherentes la situación de la región. Y ese proceso de concertación ha madurado y la voluntad de acción se ha venido reforzando. En relación con el área metropolitana misma, creo que es significativa la forma como se ha ido logrando un consenso social en cuanto al diagnóstico de los principales problemas que enfrentamos y la dirección en la que hay que buscar el camino. Los análisis que mostraban, en el primer seminario, el papel crucial de la falta de oportunidades de los jóvenes, sobre todo en relación con el empleo, la educación secundaria, la organización y el reconocimiento positivo por parte de la sociedad, hacen parte ya del lenguaje común de todos, de los organismos estatales y de los sectores privados, que apoyan con creciente decisión los esfuerzos para mejorar nuestra educación, diseñar mecanismos alternativos de capacitación para el trabajo, promover una organización juvenil que borre los estigmas discriminatorios o ampliar el cubrimiento escolar. La necesidad de aumentar aceleradamente la inversión social, y cambiar las prioridades tradicionales de la ciudad, centradas en la inversión física, ya es un punto de vista compartido por todos. La importancia de buscar la convivencia ciudadana y la paz de la ciudad reforzando los mecanismos civilistas, fortaleciendo los organismos de protección de los derechos humanos, buscando el predominio civil sobre los organismos de seguridad, es hoy también punto de acuerdo. 

Vemos hoy, pues, que se están desarrollando en el Valle de Aburra múltiples propuestas que fueron presentadas y debatidas en las reuniones anteriores. Se ha consolidado la Mesa de Trabajo sobre Derechos Humanos, en la que ha actuado como motor y orientador principal la arquidiócesis de Medellín. Los proyectos de fortalecimiento del papel cívico de los inspectores y el impulso a la conciliación en equidad han ido despegando, con el apoyo de la Alcaldía de Medellín y el Ministerio de Justicia. El Municipio ha creado una instancia permanente de encuentro entre la sociedad civil y el Estado en este campo, la Comisión de Seguimiento de la Convivencia y la Paz. La institucionalización de la política de protección a los derechos humanos ha seguido adelante con el trabajo de la Oficina Permanente para los Derechos Humanos, orientada por la Procuraduría, y con la reciente apertura de la Defensoría del Pueblo.  

En otras áreas, en las que se pedía la creación de instancias y planes que dieran coherencia a las políticas sobre mejoramiento barrial, apoyo a la juventud y medio ambiente, debe destacarse la acción de la administración municipal, que logró poner en marcha, en forma rápida y eficiente, el Plan de Mejoramiento Integral de los Barrios Subnormales (PRIMED), estableció la Oficina para la Juventud y creó el Instituto Mi Río, para desarrollar una política integral de recuperación y protección del río y las quebradas de la ciudad. 

Para la Consejería es muy satisfactorio que aquellos proyectos que se comprometió a desarrollar en el segundo seminario y que dependían fundamental de ella misma, como el desarrollo de un programa para promover las bibliotecas escolares y populares de los barrios, o el plan de mejoramiento físico y de dotación de 56 colegios de secundaria, se hayan cumplido en lo esencial. En este mismo terreno de la educación secundaria, debe destacarse el compromiso del Municipio, que ha incrementado substancialmente los recursos que dedicará a la inversión en nuevas construcciones escolares, y el apoyo del Ministerio de Educación, aunque no siempre con la eficiencia necesaria, para la ampliación de cupos mediante el plan de becas PACES, que ha permitido incrementar el cubrimiento en secundaria aproximadamente en un 4%. Las dos universidades públicas de Medellín han convenido además recientemente con la Consejería la realización de un conjunto de actividades orientadas a mejorar la calidad de la educación secundaria, otro problema sobre el cual pusieron la señal de alerta los organismos populares en el encuentro anterior. 

En el área de los programas de promoción del empleo, es cierto, poco se ha hecho hasta ahora. Sin embargo, la situación macroeconómica del país contribuyó a disminuir el desempleo en el Valle de Aburra, que está hoy por debajo del 12%, mediante la creación de un número elevado de puestos de trabajo en sectores como la construcción, la industria y las actividades informales. Sin embargo, el respiro que esto ha dado puede ser temporal, y por ello es muy importante que el Consejo Municipal haya promovido la realización de un diagnóstico global sobre este tema, propuesto por los organismos populares en el Segundo Seminario, y que estemos a punto de dar vida a un programa como Paisa Joven, que permitirá consolidar y respaldar las entidades que realizan programas de capacitación para el trabajo y generación de empleo, y promover proyectos concertados orientados a la población joven de los barrios populares del área metropolitana. 

Muchas propuestas avanzaron mucho más lentamente, o se subordinaron al ritmo de instancias del orden nacional. El clamor general para el mejoramiento de la Policía influyó sin duda  en la decisión del gobierno central de reformar esta institución, creando el Comisionado Civil y tomando otras medidas para buscar una policía verdaderamente civilista, pero apenas estamos en los comienzos de un proceso indispensable y urgente, y sigue existiendo un nivel de desconfianza mutua entre comunidad y policía que ha dificultado encontrar mecanismos de participación ciudadana en las políticas de seguridad y convivencia, y entraba la labor legítima de la policía. Mi opinión es que ha mejorado mucho el control de los agentes, y que han disminuido los abusos y violaciones de derechos humanos, y es de suponer que con niveles tan altos de sanciones y destituciones como los que ha habido en estos tres años, la corrupción haya caído también, pero no hay forma de evaluar adecuadamente esto. En todo caso, la comunidad sigue mostrando, en las encuestas, una gran desconfianza hacia la policía. Los pocos experimentos para generar una forma diferente de relación entre la comunidad y la policía se frustraron, usualmente por la alta rotación del personal policial, que hace difícil dar continuidad a esta clase de programas. Se ha avanzado muy poco también en otro aspecto crucial para la recuperación gradual del monopolio de armas en manos del Estado y la reducción de la violencia entre particulares: el control de armas. Probablemente, a pesar de algunas medidas tímidas, hoy hay mas armas en manos de los civiles de las que había hace dos años. Habría sido conveniente que la nueva reglamentación sobre porte de armas que debe expedirse próximamente hubiera tenido un debate más amplio de la comunidad, para continuar introduciendo gradualmente a estos temas un espíritu de debate amplio y abierto que hace todavía mucha falta. 

Espero que este seminario permita identificar con mayor precisión las estrategias que debe ir adoptando la ciudad en los próximos años. Se que el debate será arduo y a veces enconado, pero estoy seguro de que se llevará a cabo dentro del espíritu de diálogo tolerante y de realismo que caracterizó los eventos anteriores. Siguen siendo muchos los aspectos de la vida ciudadana en los que aún no se ha construido un consenso mínimo entre nuestra ciudadanía, o incluso en los que los planes y proyectos ya elaborados por la administración se conocen en forma muy insuficiente y no han sido discutidos por la ciudadanía. Los planes de desarrollo urbano requieren todavía formulaciones mucho más concretas, y hay áreas, como las que tiene que ver con el equipamiento cultural en los barrios y en la ciudad, con las políticas de mediano plazo para la recuperación ambiental, con las que favorezcan el mantenimiento de un cinturón verde alrededor de la ciudad, como las que tienen que ver con la vocación económica de la ciudad para el siglo XXI, en las que apenas comienza el debate. Tampoco sabemos que hacer para que mejore la participación ciudadana en la vida urbana y en la política: ¿como consolidar la representatividad de las Juntas Administradoras Locales, y como lograr que los sectores populares no sigan delegando la elección de los funcionarios públicos y los legisladores en una minoría de la ciudad?  Y a un plazo más corto, si tenemos suerte, ¿cómo enfrentar el problema de la aceptación por parte de sectores muy amplios de la ciudadanía de mecanismos de control del orden basados en organismos de justicia privada y  autodefensa, y que justifican la violencia contra el delincuente y el desadaptado? ¿Cómo avanzar en un proceso que permita la reinserción social de aquellos ciudadanos que han convertido la violencia en forma legitima de acción? ¿Y cómo atender las profundas heridas psicológicas, el impacto sobre la salud mental de nuestros niños y jóvenes, que dejan como secuela los actos de violencia en nuestra ciudad y que, a diferencia de las heridas físicas no reciben ningún tratamiento en nuestras instituciones? 

Los invito a trabajar en todo lo que ha quedado suelto, en todo lo que apenas ha comenzado a definirse. Agradezco a los invitados especiales, a Tona Mascareñas y a Cesar Rodríguez Rabanal, su voluntad para compartir con nosotros experiencias de las que podremos aprender mucho. Agradezco a quienes han compartido con nosotros la convocatoria y preparación del evento, su esfuerzo y su compromiso. Y agradezco a todos Ustedes la entusiasta respuesta que sigue teniendo esta invitación al diálogo. La violencia que sufre Medellín no terminará fácilmente; la voluntad de muchos de buscar la paz no generará mágicamente su logro. Pero de hilos como este se va construyendo poco a poco un tejido social con los colores de la vida y la esperanza. Sigamos trabajando para ello.

Jorge Orlando Melo
Intervención del Consejero Presidencial para Medellín en el acto de apertura del "III Seminario: Medellín: alternativas y estrategias de futuro", Medellín, julio de 1993

 
 

 

 

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Ultima actualización noviembre 2020
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