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Laminitas
 

Acompañando las emociones fuertes del reciente campeonato de fútbol, estuvo el placer más tranquilo de llenar el álbum del Mundial. Varias personas cercanas lo hicieron, y seguí con interés sus esfuerzos: la compra tranquila y juguetona de pequeños sobres o la ansiosa y obsesiva de cajas enteras; la hechura de listas cuidadosas, a mano o en computador, de las que faltaban y sobraban; la exhibición, en restaurantes o fiestas, con aire de indiferencia, de los paquetes de duplicados, que producía el inevitable “¿quiere cambiar?” y llevaba a productivos canjes, la visita a las “bolsas de valores” que se formaron en varias esquinas. A la larga, las leyes del mercado y del azar definían un sistema riguroso, que premiaba la colaboración: la forma más eficaz de conseguir las que parecían escasas era cooperar, mientras que el individualismo extremo era contraproducente.

Los álbumes del Mundial empezaron al menos en 1958 y ahora son un gran negocio internacional, controlado desde 1962 por Panini. Pero ya antes, en 1950, se había publicado en Cali el primer álbum del campeonato colombiano de fútbol, el de Caramelos Crack, en el que aparece un joven Di Stéfano. No sé si se publicaron, pero sería raro que en esos años no hubiera salido alguno de la Vuelta a Colombia en bicicleta: el entusiasmo de la época de Efraín Forero y Ramón Hoyos creaba un ambiente perfecto para una colección de estas.

Pero los álbumes de pegatinas son mucho más viejos: el primero se hizo para la Feria de París de 1867. A comienzos del siglo XX, los cigarrillos La Legitimidad, de Cuba, sacaban laminitas y postales que algunos coleccionaban. El álbum mas antiguo que circuló en Colombia, por lo que sé, va a cumplir 100 años: el de caricaturas de los cigarrillos Victoria, de 1915. Un dibujante de Medellín, de 21 años, Ricardo Rendón, hizo 200 retratos de escritores, políticos y personajes de Antioquia y el país.

La Compañía Colombiana de Tabaco, fundada en 1919, sacó en los años siguientes otros álbumes de fotografías, iluminadas o en blanco y negro: mujeres hermosas, personajes del mundo, monumentos, banderas, fotos del Medellín antiguo de Melitón Rodríguez, o de niños bonitos, del barranquillero Aristides Ariza, y que venían con los cigarrillos Hidalgo. Es probable que haya habido otros, incluso de Rendón, y que las fotos internacionales fueran proporcionadas por La Legitimidad. La Biblioteca Luis Ángel Arango tiene el de 1915, que también está en Eafit; los de Melitón y Ariza y varios de La Legitimidad.

Las láminas solo las podían conseguir los adultos fumadores, aunque los niños ayudaran a pegarlas en sus casas, con engrudo o goma. Es raro, pero no hay referencias a este tipo de propaganda entre 1927 y 1949. En ese año cambió el público, con un álbum para niños, el de animales que venía con las chocolatinas de la Ítalo-Colombiana: también la Luis Ángel lo tiene, aunque todavía le faltan unas 35 figuritas, entre las que deben de estar las cuatro firmadas, casi imposibles. Uno muy parecido, de chocolatinas Jet, circuló años después, en varias versiones, y es el que la mayoría de los adultos recuerda, el primero que llenaron y con el que aprendieron a cambiar monas en la escuela.

Después vinieron decenas, de todos los temas posibles, pero, sobre todo, de historias y personajes infantiles y deportes. Muchas niñas entusiastas llenaron Amor es. En Colombia se hicieron sobre mariposas, historia de Colombia (de Movifoto), medioambiente (de la Fundación Natura) y lugares turísticos, que yo sepa. Ojalá los lectores recuerden muchos más y, si los llenaron y los tienen, los regalen a bibliotecas o los publiquen en internet, para que todos los disfruten, completos y siempre entretenidos.

 

Jorge Orlando Melo
Publicado en El Tiempo, 17 de julio de 2014

 

 

 

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