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Doña María y don Rafael |
No sé mucho de María Rodrigo, una española republicana que se refugió en Bogotá en 1939. He logrado averiguar que, tras una brillante carrera como música y compositora y después de escribir obras para piano y al menos tres óperas, vino a Colombia invitada por don Agustín Nieto Caballero, y durante once años organizó coros y enseñó música, solfeo y armonía en el Gimnasio Moderno, el Gimnasio Femenino y la Universidad Nacional. En 1945 tenía en prensa la partitura de La carta, el guante y la rosa, un ballet con guion de Luis de Zulueta Cebrián, otro español exiliado, y había escrito la música para La Cenicienta, un ballet infantil estrenado en 1941 en la Universidad Nacional. En 1950, el gobierno conservador consideró que ella y su hermana Mercedes, profesora de psicología, eran un peligro para la seguridad nacional y las expulsó del país por "comunistas". Se fue entonces a Puerto Rico y fundó allí, con Pablo Casals, el Conservatorio de Música. Además, María publicó en Bogotá, y fue esto lo que despertó mi curiosidad, un librito de canciones con letras de Rafael Pombo. Son once partituras para voz y piano, que no se han interpretado en público en las últimas décadas, si es que alguna vez lo fueron, y nunca se han grabado. Allí están Simón el bobito, El renacuajo paseador, La pobre viejecita, Cutufato y su gato y otros cuentos infantiles del poeta cachaco y payanés. Como se sabe, Pombo, después de vivir algunos años en Washington como funcionario en la embajada de Colombia, perdió el puesto y, para sobrevivir, contrató la traducción de fábulas y canciones infantiles inglesas. En 1867 y 1869 aparecieron en Nueva York Cuentos pintados y Cuentos morales para niños formales, 24 libritos con ilustraciones a todo color atribuidas a los hermanos McLaughlin, y tuvieron un gran éxito: según Pombo, del primero se vendieron 60.000 docenas en unas semanas. Pombo incluyó en estos libros fábulas de Esopo, Fedro y La Fontaine y algunos poemas tomados de los Cuentos de la Madre Gansa (Mother Goose), como La pobre viejecita, Simón el bobito, El gato bandido y El renacuajo paseador, que son la razón principal de la popularidad del poeta. Más que traducciones, son nuevas creaciones, que amplían y modifican los originales, sin apegarse al texto inglés. Sus frases reflejan el lenguaje popular y terminan alimentándolo: todavía nos invitan a fiestas en las que "habrá francachela y habrá comilona" y nos parece que alguien estuvo "muy tieso y muy majo". Por otra parte, creó unos personajes arquetípicos: todos los días vemos en la vida nacional mil versiones de la Pobre Viejecita, políticos, contratistas y simples ciudadanos sin nadita que comer ni que vestir, y que esperan que los recursos públicos los saquen de su vida infeliz. Por esto, mientras la poesía para adultos de Pombo no se lee mucho, quizás porque en ella, como decía José Martí, la fuerza creadora termina frenada por una "rima timorata" y la energía personal se somete a una retórica convencional, muchos de sus poemas infantiles siguen vivos. Aunque su obsesión moralista y didáctica arruinó algunos de sus poemas originales, al traducir se sintió menos obligado a dar mensajes educativos y a convertirlos en moralejas, que los niños resienten. Estos disfrutan más bien los juegos de palabras de sus poemas, la ironía de los relatos, el desajuste tan común entre el alarde o la pose fanfarrona y la pobre realidad y, sobre todo, el ritmo verbal insistente pero flexible de los versos del poeta colombiano. Pombo, que era músico, escribió una ópera y en los años recientes se han hecho algunas versiones musicales de sus obras. Por lo que alcanzo a juzgar, la música de María Rodrigo es alegre y con un ritmo atractivo: una música que pueden aprender los niños, para que reciten y canten a Pombo.
Otros datos sobre María Rodrigo Doña María nació en Madrid en 1888 y murió en Puerto Rico en 1967. Además de lo dicho en la columna, fue profesora de música, probablemente hasta 1949 o 1950, del Instituto Pedagógico Nacional, que se convirtió en 1955 en la Universidad Pedagógica Nacional. La salida del país fue el resultado, sobre todo, del descontento de El Siglo y los conservadores con Mercedes Rodrigo, que estableció las primeras pruebas psicológicas para la entrada a la Universidad Nacional. Según el periódico, esas pruebas estaban sesgadas a favor de los liberales, izquierdistas y comunistas, de modo que hacían más difícil a los conservadores entrar a la Universidad Nacional. Un estudiante de esos años me dice que El Siglo tenía razón: que las pruebas medían la capacidad de razonamiento independiente de los estudiantes, y que los lectores de El Siglo no sacaban buen puntaje en ellas. María publicó un libro con la conocida escritora de cuentos infantiles Elena Fortún, Canciones infantiles (Madrid, 1934 o 1935), con recopilaciones del repertorio tradicional español para niños. Durante sus años en Bogotá, actúo con frecuencia en el Teatro Colón y montó varios eventos con sus estudiantes, allí mismo y en el Faenza. El 28 de octubre de 1948 se presentó en el Colón, cantado por el "orfeón del Gimasio Femenino ty Gimasio Moderno", un concierto organizado por la Sociedad de Amor a Bogotá: ella dirigía los coros, de la "primera enseñanza" y del bachillerato. El repertorio incluyó canciones infantiles tradicionales, colombianas y españolas, y obras de compositores locales como Carlos Vieco. El 5 de mayo de 1949 el arpista Nicanor Zabaleta presentó en el Colón su obra Introducción y Danza, y la repitió el 29. Don Daniel Prat, padre de José Prat, el dirigente socialista exiliado en Bogotá, orquestó para banda su pasodoble La capa española, que fue estrenado por la Banda Nacional. Trabajo con Luis Macía, el famoso tenor, al cual acompañó en sus conciertos, entre ellos una transmisión por radio de las "Siete canciones populares", de Manuel de Falla, y con Lucía Gutiérrez de Macía, que fue también profesora de música en el Gimnasio Moderno.
Jorge Orlando Melo |
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Derechos Reservados de Autor.
Jorge Orlando Melo. Bogotá, Colombia.
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