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Recomendaciones contradictorias

 

Frente a la crisis económica nadie sabe qué hacer, y esto se ve en la abundancia de recomendaciones contradictorias. Durante años, gastar más de lo que se tenía, usar el crédito, era bueno para uno y para el país, contribuía al crecimiento de la economía. En Colombia el dólar barato, la reducción de los impuestos de aduana y el crédito fácil acompañaron las invitaciones a gastar, comprar, cambiar la vieja televisión por una pantalla plana, derrochar y gozar, pues el consumo era el motor de la economía y la plata llegaría facilito.

Algunos creen que una actitud similar produjo la crisis en el mundo y recomiendan prudencia. Por Internet circuló una carta atribuida al magnate Carlos Slim, en la que pide a sus empleados que gasten poco y guarden sus tarjetas de crédito. Para otros, economistas y gobiernos, este remedio mataría al enfermo, pues la depresión, creada por las malas deudas, se está volviendo crisis porque la gente no gasta. Las personas e instituciones con dinero, como no saben que va a pasar, temen perder su empleo, sus ahorros y  bienes, y por eso no salen de compras y frenan créditos e inversiones. Y como las ventas bajaron drásticamente en todas partes, las fábricas paran la producción mientras salen de sus inventarios, despiden obreros, piden menos materias primas, con lo que el círculo vicioso crece: los desempleados no gastan, los que producen materias primas tendrán menos ingresos y despedirán otros trabajadores, y la crisis será cada vez más profunda.

Por eso, contra lo que sugiere Slim, todos los gobiernos están tratando de evitar que la gente guarde la plata bajo del colchón y quieren gastar de donde no haya, endeudarse, emitir, para hacer obras públicas y aumentar la demanda, y así estimular la economía y devolver al vida a los bancos, si vuelven a confiar en que sus clientes tendrán como pagar.  Y otra vez están de moda las teorías keynesianas, que recomiendan a los gobiernos, en estos casos, entrar en déficit, para compensar con su exceso de gasto la parsimonia de los particulares.

Claro que los gobiernos no logran evitar todas las contradicciones: como van a cobrar menos impuestos, y pueden aumentar sus déficits, muchas oficinas públicas tratan de reducir los gastos, aplazar los proyectos que no son urgentes y evitar los gastos innecesarios, con lo que ayudan a que la crisis se agrave.

La contradicción es en parte aparente. La economía requiere que la gente gaste y que la gente ahorre: que se mueva la economía ahora mismo y que se invierta para el futuro. Cuando todo se gasta la economía no crece; cuando todo se ahorra la economía se paraliza. Por eso, ahora, es importante que el dinero se mueva, pero no se derroche. Las personas deben gastar, pero en forma productiva: mejorar sus condiciones de vida, la vivienda, la educación de sus hijos, y ahorrar en diversiones y gastos suntuarios. Y si les sobra, hacer inversiones confiables, de largo plazo. Y lo que los países deben hacer es parecido: invertir en infraestructura, educación, ciencia y tecnología, conservación y recuperación del ambiente y del patrimonio cultural y estético del país, y ahorrar en fiestas y celebraciones, gastos políticos, sueldos y comodidades para la burocracia elegante, favores electoreros a la gente.

Para la marcha a corto plazo de la economía, para no caer en depresión, da lo mismo que la gente gaste en trago o en computadores, en pólvora que en libros, en carteras de lujo que en salud. Pero a largo plazo lo que hará creativa esta crisis –afortunadamente menos grave en Colombia- es que ayude a cambiar los hábitos de consumo e inversión, que sirva para reconstruir una ética económica que busque la riqueza en el trabajo, mejore la capacidad productiva del país y de su gente, y estimule formas del ahorro y gasto que a la larga nos enriquezcan a todos.

Jorge Orlando Melo
Publicado el 9 de febrero de 2009 en Ámbito Jurídico

 
 
 

 

 

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