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Arciniegas, historiador
 

Germán Arciniegas fue probablemente el más leído de los historiadores colombianos del siglo XX. Como investigador, como periodista y como divulgador, sus artículos y libros se publicaron a lo largo de más de setenta años, y trataron temas muy diversos.

Su primer libro, El estudiante de la mesa redonda (1932), trazaba un amplio cuadro histórico del papel de los estudiantes en la cultura americana, desde el descubrimiento a los años de la reforma universitaria latinoamericana. América Tierra Firme (1936), que reunía textos publicados en la prensa y notas derivadas de sus cursos como profesor de sociología (el primero desde la década de 1880) de la Universidad Nacional, esbozaba muchos de los temas que darían unidad a sus preocupaciones posteriores: la idea de la singularidad de América, la reivindicación del valor de las contribuciones del nuevo mundo a la cultura y al pensamiento político, el interés por una historia y una sociología que se inquietara por lo que llamaba el hombre común.

Germán Arciniegas Germán Arciniegas. Fotografía de Henri Louis Duperly. 1901. Colección Arciniegas Vieira, Bogotá

Su primera obra como historiador, Los comuneros (1939), utilizaba los documentos del Archivo Nacional que habían servido a Manuel Briceño en el siglo XIX para su interpretación de la revuelta, y ofrecía una primera muestra del proyecto de narrar la historia del pueblo, que sin embargo acaba desdibujándose en un relato que contrapone a un nuevo héroe, José Antonio Galán, con la falsía del arzobispo Caballero y Góngora. Gonzalo Jiménez de Quesada (1939) utilizó una documentación conocida para trazar un cuadro mucho más vivo y atractivo de la conquista, tema que siguió analizando en Los alemanes en la conquista de América (1941).

En estos libros los lectores reconocieron una frescura estilística, una habilidad literaria, un gusto por la anécdota, una calidad narrativa que daba vida a lo que en otros historiadores se caracterizaba como una erudición pesada y sin gracia. En cierto modo se inscribían en la tradición de historia que buscaba ser amena y atractiva para los lectores, ya insinuada por Joaquín Tamayo y Tomás Rueda Vargas, pero con herramientas de calidad muy superior. La cuidadosa ambientación, atenta al paisaje y a los ambientes urbanos, la descripción cuidadosa de los protagonistas, sus ideas y ambiciones, la búsqueda de la frase reveladora, del gesto deslumbrante, del elemento dramático, y un estilo que balanceaba cuidadosamente cierto preciosismo con un ritmo y un lenguaje oral, irónico y a veces humorístico, daban a sus narrativas un tono que hizo siempre amable y atractiva la lectura de estos libros, y les ha garantizado hasta ahora un público lector numeroso y fiel. Cierta imprecisión en el manejo de la información, a pesar de apoyarse en lecturas más copiosas que las usuales, y sobre todo más atentas a lo publicado fuera de Colombia; la formulación de amplias teorías apoyadas en un gesto o una frase ocasional, el manejo puramente literario y efectista de las evidencias y fuentes documentales hicieron que sus obras fueran recibidas con reticencia o escepticismo por los historiadores profesionales.

Un artículo publicado en Sur en 1942 ("Defensa de la historia vulgar") expuso uno de los elementos centrales de su ideario como historiador: la búsqueda del conocimiento de la gente común. Arciniegas contrapuso allí la historia centrada en héroe con una historia "vista desde abajo", del pueblo, de los personajes anónimos, de los campesinos o los burgueses que participaron en la conquista o la independencia. Posteriormente justificó también su interés por la estructura novelada de la narración en el discurso de recepción en la Academia Colombiana de Historia en 1946.

Germán Arciniegas, profesor de la Universidad de Stanford, California, 1940. Colección Arciniegas Vieira, Bogotá Germán Arciniegas. Profesor de la Universidad de Columbia, Nueva York. Colección Arciniegas Vieira, Bogotá

Los temas esbozados en sus obras iniciales tuvieron amplios desarrollos, muchas veces reiterados y repetitivos, en artículos y libros posteriores. A partir de Biografía del Caribe (1945), la preocupación es más bien América que Colombia, aunque a ésta volvería una y otra vez para confirmar lo que afirmaba del continente. La figura de Américo Vespucci, reivindicado como verdadero descubridor de América por haber sabido que había encontrado --en el viaje dudoso de 1497-- un "mundo nuevo", lo atrajo a nuevas búsquedas, que encontraron expresión en América y el Nuevo Mundo (1955), y en la historia de la prima de Vespucci, El mundo de la bella Simonetta (1962).

La búsqueda de la singularidad de América y de la importancia de sus contribuciones a Europa --la liberad, la democracia, los derechos humanos, para no hablar del tabaco, el tomate o la papa-- dan fuerza a los argumentos de libros que son más bien de ensayo que de investigación histórica, como América mágica (1959 y 1961), una colección de biografías de hombres y mujeres, El continente de los siete colores (1962), historia cultural de amplios panoramas, o América en Europa (1975), en el que muestra los aportes americanos a la cultura universal. El mismo tema de la creatividad americana está en el trasfondo de su interpretación de Bolívar, muchas veces planteada, pero que encontró su formulación más detallada en Bolívar y la revolución (1983). Éste libro tomaba partido en la tediosa batalla colombiana entre bolivaristas y santanderistas, en forma inesperada, por ambos: por Santander como político y por Bolívar como militar: Arciniegas no tiene dificultad en mostrar las contradicciones de Bolívar, antiimperialista frente a Estados Unidos e imperialista frente a Inglaterra, demócrata y dictatorial, progresista y reaccionario, torpe y visionario. A lo largo de cincuenta años, sus interpretaciones intentaron ofrecer una alternativa liberal, que a la postre resultó más retórica que sólida, a la visión conservadora que había triunfado en Colombia desde José Manuel Groot hasta Henao y Arrubla y que los cambios sociales de la primera mitad del siglo XX hacían impopular.

Casa donde nació Germán Arciniegas, el 6 de diciembre de 1900, en la carrera 8 # 5-86. Bogotá. Fotografía de Ricardo Rivadaneira. Calificaciones de Germán Arciniegas en la Escuela Nacional de Comercio, Bogotá. 1917. Colección Arciniegas Vieira.

El talento de Arciniegas y sus sensibilidad por ciertos aspectos del proceso histórico y político --la preocupación por el hombre común, su atención al papel de las mujeres, el radicalismo de su liberalismo, que lo llevó a enfrentar consistentemente las dictaduras latinoamericanas, de Batista o Rojas Pinilla a Castro, la reivindicación de lo americano, la crítica al hispanismo de la leyenda rosa-- dan al conjunto de su obra un atractivo que la sostiene, más allá de las obvias limitaciones de su labor como historiador y de las contradicciones de sus gestos políticos, motivados con frecuencia por un ciego anticomunismo. Sus argumentos se apoyan en abundantes pero poco sistemáticas lecturas, y casi nunca en un análisis sólido de la documentación y de las evidencias. A Arciniegas poco le interesaba la precisión, y poco le incomodaba generalizar a partir de un ejemplo: lo que le atraía era el dramatismo y el atractivo del resultado. Una buena historia, aunque no siempre fuera fácil, o posible, decir si era verdadera o falsa. Una tesis aguda e inesperada, aunque los eruditos --poco importantes, en el fondo-- pudieran demolerla. Como lo señaló en su artículo sobre la novela y la historia, "el clásico procedimiento de la historia es un procedimiento novelesco", que usa la ficción con la pretensión de acercarse así mejor a la verdad.

Gabriela Vieira, esposa de Germán Arciniegas. Colección Arciniegas Vieira. Germán Arciniegas y sui esposa Gabriela, en Europa. Bogotá. 1917. Colección Arciniegas Vieira.

Por ello, la vigencia de su obra se debate entre el impacto de un texto literario cuya calidad estilística la mantiene viva, y un trabajo histórico en el que la brillantez de las ideas no alcanza a olvidar la debilidad de la sustentación ni la arbitrariedad de muchas conclusiones. Y que esta comprobación haya alejado de Arciniegas a los historiadores profesionales y a los estudiantes de la disciplina es algo que hay que lamentar. Se están perdiendo, en muchas ocasiones, intuiciones y perspectivas que vale la pena explorar con mayor dedicación y disciplina y, casi siempre, una forma de escritura que puede ayudar a refrenar la jerga pretenciosa de uno que otro historiador.

Jorge Orlando Melo
Tomado de: Revista Credencial Historia.
(Bogotá - Colombia). Noviembre 2000. No. 131

 
 

 

 

Derechos Reservados de Autor. Jorge Orlando Melo. Bogotá, Colombia.
Ultima actualización noviembre 2020
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